Crónica de una experiencia inolvidable en el 33º Concurso Internacional Franco-Alemán

Por Tomás Hernando Soler.

El día 5 de noviembre, a las 19:50 horas, partimos desde mi casa en Igollo (Cantabria) Óscar Alcorta, Jorge Aitor González, Armando Mera y quien suscribe, camino a St. Nikolaus-GroBrosseln (Alemania) para participar en el 33º Concurso Internacional Franco-Alemán. Durante varios años, Óscar y Aitor tenían en mente participar en alguna edición del prestigioso concurso de Harzer, y este año se pudo llevar a cabo. Desde mi casa, 1.400 km en carretera, teniendo en cuenta que Aitor y, sobre todo, Armando ya llevaban unos cuantos centenares de kilómetros más hasta el punto de partida.

Bajo la batuta de Óscar —pues la experiencia nos dice que no hay mejor director de orquesta que él para este tipo de viajes— fuimos avanzando kilómetros con paradas en áreas de servicio para cenar, tomar un café, estirar las piernas o ir al aseo. Tengo la sensación de que el tiempo pasó rápido, quizás por las “cabezadas” dadas; pero, en cuanto empezó a amanecer y al estar relativamente cerca del destino, la ilusión de todos iba in crescendo.

A primera hora de la mañana llegamos a nuestro destino, St. Nikolaus-Großrosseln, donde Bernd Köhler, organizador del concurso, nos recibió muy amablemente y puso a nuestra disposición las jaulas para poder sacar nuestros Harzer de los transportines, para que comieran y bebieran después de un largo viaje. Nos ofreció un café y unas pastas, a pesar de estar muy atareado con la organización, pues el concurso ya había comenzado.

Al cabo de unas horas fuimos hasta la localidad de Völklingen para acomodarnos en el hotel y, seguidamente, ir a comer, mesa que compartimos con Pedro Oliveira. Tras la comida, descanso en el hotel, especialmente para Óscar y Aitor, que estuvieron conduciendo toda la noche, para después continuar con la cena y, cómo no, tertulia sobre los Harzer.

Al día siguiente continuaban los enjuiciamientos y, a diferencia de lo que estamos acostumbrados en España, no se pueden seguir en directo. Ese era el día en el que participarían nuestros Harzer. Madrugamos y fuimos a visitar Colmar (Francia), a unos 200 km de distancia, donde visitamos al prestigioso criador Joaquim Sanjuán, quien nos enseñó su magnífico aviario, con una sala llena de recuerdos relacionados con el Harzer. Se respiraba Harzer en cada rincón de su casa; sin duda, una vida en la que el canario Harzer ha tenido un protagonismo importante. Seguidamente fuimos a comer y, después, Joaquim hizo de guía para enseñarnos la bella ciudad de Colmar. Día redondo, pues la generosidad y compañía de Joaquim enriquecieron un día tan especial. Tras dos horas de carretera llegamos al hotel, donde nos tomamos unas cervezas y, como si fuéramos jóvenes mochileros, nos reunimos en una habitación donde el Harzer seguía presente. Y más aún, porque al día siguiente era el gran día del concurso.

Ese día madrugamos y desayunamos juntos. Del resultado del concurso, lógicamente, nada se sabía. Recogimos los bártulos y nos acercamos hasta el lugar del evento, St. Nikolaus, donde nos encontramos con Köhler, que estaba con los preparativos correspondientes al último día de concurso. Nos indicó que habíamos llegado hora y media antes, así que nos fuimos a dar un paseo por la localidad, realmente gratificante.

A su hora, el local contaba ya con los participantes, preparados para conocer el resultado del concurso y escuchar a los cinco equipos que ocuparon las primeras posiciones, así como al equipo con el mejor Harzer del certamen. Alegría al ver a nuestro amigo Aitor ocupar el 4º puesto, realmente meritorio. Coincidimos en que las fechas eran tempranas para nuestros Harzer, acompañadas por el tiempo “primaveral” en Cantabria y el contratiempo que tuvo Mera en su preparación. En mi caso, este año solo anillé tres machos, y gracias a que Aitor y Óscar, al finalizar la temporada de cría, anillaron algunos de sus Harzer con mis anillas, pude completar un equipo y participar.

Quedamos gratamente impresionados con la seriedad organizativa. La escucha de los equipos mejor clasificados fue para recordar, por la calidad y el silencio sepulcral durante la audición. Una verdadera lección de lo que debe ser el respeto en una competición. Fue muy hermoso el tiempo de escucha de los equipos, algo para recordar siempre, además de emotivo, por acompañar a un amigo en un momento de satisfacción con sus Harzer.

Recogimos nuestros Harzer y emprendimos el viaje de regreso. Pasamos la noche en un hotel cercano a Burdeos, donde descansamos, y a las 05:30 horas estábamos nuevamente en el coche rumbo a nuestros domicilios. El lunes 10, a las 01:15 horas, recibimos un mensaje de audio en el grupo de whatsapp de Armando en el que nos comunicaba que ya había llegado a casa. Viaje finalizado.

Son ya más de dos décadas juntos compartiendo viajes en torno al Harzer, y creo que hemos aprendido a soportar nuestras virtudes y miserias, y gracias a eso (nada fácil hoy en día), la vida no deja de sorprendernos. Al menos, a mí.

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