Inicio Foros La cocina del Roller 2.b.- Calendario Harzer: Muda EFECTO JAULÓN… ¿EFECTO MALDITO? Respuesta a: EFECTO JAULÓN… ¿EFECTO MALDITO?

#393
Rafael Cortázar
Moderador
    EFECTO JAULÓN. ¿EFECTO MALDITO?
    Por José Expósito López.

    Después de años de control y recuento, se puede afirmar que el jaulón donde acaban el desarrollo los pollos influye de forma definitiva sobre el canto de estos individuos.

    Tomando diversas notas de referencia, entre ellas el glucken, puede concluirse que, independientemente de la familia y del ambiente de la habitación, es lo que ocurra dentro del jaulón lo que propicia dicha emisión. Si un ejemplar la emite, lo harán, sin excepción, todos sus compañeros, aunque con el tiempo algunos dejen de cantar. Mientras que los ocupantes de otros jaulones, de la misma habitación, pueden no emitirla y producir otras emisiones específicas.

    El primer macho que controle el habitáculo, por su mayor poder físico o agresividad, impone su canto a los que lo acompañan en el recinto, sobre todo si este no es muy amplio; pero incluso en grandes voladeras se da este efecto.

    Ahora bien, este efecto no actúa igual en todas las notas del repertorio. En las notas ruladas es apenas perceptible; es decir, dos ejemplares que convivan en el mismo hueco pueden emitir hohlrollen muy diferentes. Por ejemplo, unos lo dan recto y algunos ondulado; tampoco utilizan las mismas vocales. Lo mismo sucede con los knorren. Esto parece demostrar que estas notas son más hereditarias que las
    denominadas normalmente “medias”. Sucede, por lo menos en mi criadero, que cuando empiezan el repaso se cierran en las notas ruladas y no pasan al hohlklingel, o lo dan con un ritmo casi continuo, lo cual no es conveniente.

    Sobre el hohlklingel y las pfeifen es donde se manifiesta este efecto de forma implacable. No es que todos los ejemplares emitan estas  notas con el mismo valor, no; lo que sucede es que adoptan la misma forma de emisión y las mismas vocales. Y, como adopten una emisión defectuosa, no hay excepción: tendremos un montón de canarios con ese defecto. Si la emisión es correcta, sobre esa uniformidad destacan,v sin lógica, los más capacitados. Los menos dotados, podríamos decir, lo intentan y no llegan.

    Lo más peligroso de este efecto se produce cuando dentro del jaulón o voladera aparece lo que podríamos denominar un improvisador o adaptador. Generalmente es un ejemplar muy capacitado que adapta sonidos ambientales (sirenas, ambulancias, perforadoras, canto de otras aves, etc.) al canto habitual, ajustando las consonantes y vocales del repertorio para que el sonido sea muy parecido y, en algunos casos, casi perfecto; depende de la capacidad que tenga. Esta nueva forma de cantar se extiende por el habitáculo y tendremos un montón de canarios, a veces magníficos, pero que añaden esas notas sobre su repertorio normal y los hacen inservibles para concursar.

    Por otro lado, es necesario que nuestros canarios convivan en jaulones y voladeras; si los aislamos en departamentos independientes, los machitos jóvenes se verán privados del necesario ejercicio físico para su correcto desarrollo. Nuestras instalaciones deberían ser más complejas y el tiempo de cuidado se alargaría de forma apreciable. Pero, sobre todo, su canto saldría muy perjudicado: pobre de matices y muchos no completarían el repertorio.

    Parece que el sentido de la vista puede influir en el aprendizaje del canto, pues el aislamiento en la misma habitación no influye en la audición y explicaría que dentro de jaulones de la misma habitación se produzcan emisiones con más o menos variaciones.

    Como en casi todas las situaciones, debemos buscar el equilibrio y utilizar ese efecto según nos interese. Por ejemplo, si queremos introducir en nuestro criadero una nota de emisión discontinua o semidiscontinua y adquirimos ejemplares que la posean
    excelente, debemos desprendernos de todos los ejemplares que la emitan de forma deficiente o de escaso valor. Criaremos con esos ejemplares de emisión excelente e instalaremos en jaulones, adecuados en tamaño, a cada ejemplar con sus hijos. Aquellos que tengan capacidad para emitir correctamente se verán apoyados por las emisiones de su padre y, con constancia, iremos mejorando el criadero en esa variación.

    Esta forma de proceder tiene su peligro: el adulto puede desarrollar otras notas, dejar de mantenerlas y transmitir eso a su prole. Debemos, por tanto, estar atentos y actuar con rapidez si fuese necesario. Disponer de varios ejemplares en las condiciones
    anteriores, cercanos entre sí, también es favorable, ya que el entorno influye positivamente.

    No soy partidario de la educación de los jóvenes canarios con “profesor”, pero de hacerlo, sin duda, lo haría en el jaulón de vuelo.

    Para minimizar el efecto jaulón es conveniente actuar así:
    a) Separar los ejemplares por grupos de edad, de forma que entre el más joven y el más viejo no haya más de 15 a 20 días.

    b) Pasarlos gradualmente de las voladeras a los jaulones para que el repaso sea lo más natural posible.

    c) Cada grupo de padres, machos y hembras, permanecerá como máximo dos meses en la voladera; pasado dicho tiempo, debemos pasar los machos a jaulones.

    d) En cada jaulón pondremos entre ocho y diez ejemplares, anotando sus anillas para futuras consultas.

    e) Para facilitar el seguimiento genético, debemos separar los hermanos en jaulones distintos; así descartaremos su mutua influencia. Si posteriormente resultaran excelentes, podremos afirmar que heredan genéticamente ese canto valioso.

    f) Cuando desciendan las temperaturas (final de agosto, principios de septiembre), el repaso se hace más intenso y debemos estar alerta. No basta con que el sonido sea agradable, pues sobre ese fondo musical puede esconderse algún indicio de falta o variación indeseable. Por ejemplo, ejemplares que emiten pfeifen muy huecas y lentas, hasta que, un paso más adelante, descubren el glucken: ellos lo emitirán
    perfectamente, pero los otros se limitarán a imitarlo, y lo más frecuente es que lo desvirtúen.

    Por tanto, debemos pasarlos entre 24 y 48 horas a jaulas de concurso, escucharlos con atención y descartar aquellos que no tengan buena voz o den inicio de falta. Esta primera selección debe ser rigurosa y no fijarse en si es hijo de tal o cual ejemplar, o podríamos lamentarlo. Lo ideal es dejar en cada jaulón entre cuatro y seis ejemplares. Los descartados pueden agruparse en grandes voladeras y, más adelante, tomaremos las medidas oportunas.

    Al reducir el número de ejemplares por jaulón, la escucha es más individual e incluso podemos, con el separador, dejar unos minutos a cada pollo en medio jaulón y así apreciar mejor su canto. Cuando tengamos la certeza de que emiten las cuatro notas básicas, podemos introducir los separadores, dejando cada machito en sub departamento para que repase con más tranquilidad y se vaya acostumbrando a un espacio más reducido y a una alimentación a base principalmente de semillas.

    g) Al enjaular los nuevos ejemplares en jaulas de concurso y proceder a su escucha, debemos anotar todo cuanto acompañe a su repertorio, pues el efecto jaulón puede serel “efecto maldito”, y al año siguiente, después de la muda, pueden producirse las
    grandes sorpresas. Una razón más para utilizar reproductores de cierta edad que hayan confirmado su personalidad.

    h) Una vez escuchados durante varios días y clasificados por tonos, debemos volverlos a los jaulones (¿con separadores o sin ellos?). Últimamente me estoy decantando claramente a favor del jaulón sin separadores. Es cierto que se pelean y se excitan, pero también se acoplan y armonizan. Lo ideal es colocar entre cuatro y seis ejemplares por jaulón, ahora sí, reuniendo a los familiares si son compatibles. En cada unidad tendremos lo que será un equipo y sus dos suplentes. Diez o quince días antes de los concursos los pasaremos a las jaulas pequeñas, dejándolos, si es posible, solos en la misma sala, para que se escuchen y se acaben de armonizar. Pasado el concurso, de nuevo al jaulón: así los mantendremos sanos y alegres, les proporcionaremos baño y no acusarán tanto la falta de espacio de la jaula de concurso.

    Todo este proceso debe realizarse a plena luz, sin cortinas ni otros objetos que impidan el paso de la luz y el aire. Si necesitamos aplacar algún ejemplar por ser muy fogoso, lo ideal es darle libertad en un amplio jaulón donde tengamos hembras.

    En estirpes bien desarrolladas, los canarios están siempre a plena luz. La oscuridad solo sirve para disimular la falta de calidad; las emisiones son de escaso volumen y los canarios parecen condenados a mazmorras, no sabemos por qué extraño delito. Todos podemos escuchar a nuestros canarios en el jaulón de cría, bien alimentados, en pleno celo, y es cuando, probablemente, emiten su mejor canto. Quiero, por tanto, desde estas páginas, hacer una llamada de atención a favor de la luz: nuestros amigos ya tienen fijado el canto, y es injusto que los tengamos en penumbra.

    Por tanto, el efecto jaulón puede ser controlado e incluso utilizado de forma favorable; como siempre, es la dedicación y capacidad del criador quien tiene la última palabra. Si tenemos un montón de ejemplares mezclados y sin ningún control, lo más probable es que se estropeen. Podemos cambiar de estirpe, importar de este o aquel país, cuando lo que tenemos que hacer es mucho más sencillo.

    No quiero decir que lo descrito anteriormente sea lo único que se puede hacer, ni siquiera que sea lo más acertado; es sencillamente mi experiencia.

    Artículo publicado en la revista El Canario Roller, n.o 11 Julio 2003

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